Amo tanto, tanto la vida, que de ti me enamoré, y de amarte tanto, tanto, puede que no te ame bien. Si yo fuera tu asesina, conmigo nunca tendría clemencia, y me condenaría a muerte, que es condenarme a tu ausencia. Pídeme cualquier deseo, poco te puedo ofrecer. Lloras, gritas, bajo la lluvia, como el ángel Lucifer. Somos de nuevo herida abierta, mala tierra trágame...