Te pienso ahora, dormida, y en tus sueños tus lágrimas no brotan ya.
La tarde, tranquila, acaso te conociera.
Hoy
estoy deteniéndome en mi larga travesía, para frenar mis días y verte
hoy. Mi vida, nuestras almas reposan hoy, nuestros cuerpos brillan hoy.
Sí que fue un largo camino y violentas nuestras vidas. Agitadas olas
pedían el fin de la destrucción, hoy somos un lago sereno con aguas
aquietadas, ya ni siquiera el viento sopla. Nada muere hoy.
Ya
no cuento las veces que decidí alejarme cuando nuestro sueño se apagó.
Seguiste esperando y aún lo haces hoy. Quién pudiera alcanzar tu
calidez. Alcanzarte hoy. En mi cara pasan los días y en los días el
temor a la peor catástrofe y al dolor, por no poder contemplar y
acariciar tus brazos, sentir tu suave voz y sembrar el valor.
Las distancias inquiebrantables separan nuestros sueños. Aguardar es lo que no quiero.