...Y yo procuraré sonreír más a menudo y acostarme a una hora prudente. Tú me enseñaste que afuera siempre me está esperando una nueva mañana, como aquella nuestra, radiante y soleada.
Y yo procuraré no suspirar tan a menudo. Yo sé que afuera, inevitablemente, me está esperando una nueva mañana –lo prometiste– radiante y soleada.
Y tú procurarás cumplir con lo que has prometido, ser fuerte y devorar la manzana. Has de pensar, cada nueva mañana, que una mina a menudo piensa en ti y sonríe, aunque quizá no sean sus días más felices.
Y yo procuraré mantener la luz encendida por si se te ocurre volver de repente. Alumbrará este recuerdo incandescente el camino de vuelta, aquel que trazaron antes viejos fugitivos, nuevos amantes...