"Quizás en algún momento nos haya ocurrido, que luego de una ruptura dolorosa, con un ex, que nos llevó mucho tiempo reponernos, volver a tener los pies sobre la tierra, y empezar a disfrutar de la vida. Tal vez también hayamos conocido a alguien nuevo, o simplemente estamos en un momento estable de nuestra vida. Y ahí aparece… luego de haber aprendido a vivir sin ellos de nuevo, luego de haber llorado por amor y por desamor. Cuando estamos en perfecto equilibrio en nuestro mundo, decide volver a nuestra vida.
Muchas veces me pregunté si ésto tiene que ver con lo que hacíamos cuando éramos niños, querer el juguete que tiene el otro. Pero una vez que lo tenemos, nos aburre, lo dejamos de lado y queremos lo que sea que tenga nuestro amigo. Me recuerda a una frase del Jocker “soy como los perros que persiguen a los autos, no sabría que hacer si atrapara uno”. Y es verdad, existe mucha gente que es así, que se comporta así siempre, casi como con inmadurez. Porque cuando nos tienen, nos dejan de lado, no nos dan atención ni cariño, necesitan que alguien más esté interesado en nosotros para darse cuenta de que nos quieren.
Pero ¿vale la pena estar con alguien así? Apostar por relaciones de este tipo, donde somos casi un objeto, no nos beneficia, nos significan un esfuerzo demasiado grande, donde para que ellos sigan interesados en nosotros deberíamos estar constantemente inventando nuevas formas de ser interesantes. Y nada nos asegura que vaya a funcionar, porque quizás encuentren en este tiempo, otra persona que los atraiga más, otro juguete nuevo.
Quizás la falta de autoestima, el no valorarnos, hace que muchas veces nos tentemos en regresar con las personas que nos ignoraron o no nos dieron el amor que merecemos, cuando tomamos conciencia de que nuestro amor vale más, que nosotros merecemos un amor constante, un amor maduro, el panorama cambia. Debemos ser capaces de tomar distancia para evaluar las posibilidades que se nos presentan en la vida. El amor no es estar temiendo que nos cambien, el amor es compartir, un amor sano nos hace felices, nos llena el alma. Este tipo de relaciones, sólo nos lleva a perder nuestra esencia, a perder la objetividad de saber que el amor es y debe ser alegría."
Muchas veces me pregunté si ésto tiene que ver con lo que hacíamos cuando éramos niños, querer el juguete que tiene el otro. Pero una vez que lo tenemos, nos aburre, lo dejamos de lado y queremos lo que sea que tenga nuestro amigo. Me recuerda a una frase del Jocker “soy como los perros que persiguen a los autos, no sabría que hacer si atrapara uno”. Y es verdad, existe mucha gente que es así, que se comporta así siempre, casi como con inmadurez. Porque cuando nos tienen, nos dejan de lado, no nos dan atención ni cariño, necesitan que alguien más esté interesado en nosotros para darse cuenta de que nos quieren.
Pero ¿vale la pena estar con alguien así? Apostar por relaciones de este tipo, donde somos casi un objeto, no nos beneficia, nos significan un esfuerzo demasiado grande, donde para que ellos sigan interesados en nosotros deberíamos estar constantemente inventando nuevas formas de ser interesantes. Y nada nos asegura que vaya a funcionar, porque quizás encuentren en este tiempo, otra persona que los atraiga más, otro juguete nuevo.
Quizás la falta de autoestima, el no valorarnos, hace que muchas veces nos tentemos en regresar con las personas que nos ignoraron o no nos dieron el amor que merecemos, cuando tomamos conciencia de que nuestro amor vale más, que nosotros merecemos un amor constante, un amor maduro, el panorama cambia. Debemos ser capaces de tomar distancia para evaluar las posibilidades que se nos presentan en la vida. El amor no es estar temiendo que nos cambien, el amor es compartir, un amor sano nos hace felices, nos llena el alma. Este tipo de relaciones, sólo nos lleva a perder nuestra esencia, a perder la objetividad de saber que el amor es y debe ser alegría."