Todo tiene su rito, para mí. Como por ejemplo maquillarse (historia para
otro día), o tomar sol. Ahora está “de moda” esto de las camas solares.
La magia de estar tostada, de tomar sol propiamente dicho, está en ese
“rito” de sentarse en la terraza o patio, acostarse en la playa por
horas, untarse 48 veces bronceador, bancarse el calor, matar el tiempo
escuchando música o leyendo, charlando con amigas, o quedarte dormida y
después que te duela todo, etc. Pasarse cremas después, para que no arda
ni se te seque la piel. Todas esas cosas, y más, son parte de una
rutina que se lleva a cabo hace muchísimos años y son parte de la vida.
Ahora, te encerrás en una cama, que las claustrofóbicas ni podemos ver,
por 30 minutos por unas 10 sesiones y listo, tenés un bronceado
completamente artificial. ¡No hay nada como lo natural, che! Con el
tiempo las costumbres se pierden y se inventan estas cosas que sólo
sirven para gastar plata. Me paso horas al sol y no tomo color, tengo
una piel de mierda, lo sé, pero no gasto un mango y lo uso como MI
momento para estar sola, es un momento de reflexión, de paz conmigo
misma. Después mariconean porque tienen cáncer. Y después sacan esas
vacunas que lo previenen, y hay que gastar más y más guita. Y en vez de
dejar de usar la cama solar, se dan esas vacunas que no sirven para un
choto. Es un ciclo constante, sin fin… I rest my case.