Detrás de todo este espectáculo de palabras, tiembla indeciblemente la esperanza de que me leas,
de que no haya muerto del todo en tu memoria...

noviembre 29, 2011

Camas solares

Todo tiene su rito, para mí. Como por ejemplo maquillarse (historia para otro día), o tomar sol. Ahora está “de moda” esto de las camas solares. La magia de estar tostada, de tomar sol propiamente dicho, está en ese “rito” de sentarse en la terraza o patio, acostarse en la playa por horas, untarse 48 veces bronceador, bancarse el calor, matar el tiempo escuchando música o leyendo, charlando con amigas, o quedarte dormida y después que te duela todo, etc. Pasarse cremas después, para que no arda ni se te seque la piel. Todas esas cosas, y más, son parte de una rutina que se lleva a cabo hace muchísimos años y son parte de la vida. Ahora, te encerrás en una cama, que las claustrofóbicas ni podemos ver, por 30 minutos por unas 10 sesiones y listo, tenés un bronceado completamente artificial. ¡No hay nada como lo natural, che! Con el tiempo las costumbres se pierden y se inventan estas cosas que sólo sirven para gastar plata. Me paso horas al sol y no tomo color, tengo una piel de mierda, lo sé, pero no gasto un mango y lo uso como MI momento para estar sola, es un momento de reflexión, de paz conmigo misma. Después mariconean porque tienen cáncer. Y después sacan esas vacunas que lo previenen, y hay que gastar más y más guita. Y en vez de dejar de usar la cama solar, se dan esas vacunas que no sirven para un choto. Es un ciclo constante, sin fin… I rest my case.
Esto siento, más o menos, y por esto mismo muero.