En uno de nuestros encuentros furtivos, sin querer se te escapó, que es conmigo con quien sueñas de noche. Temí confesar que, también, sueño con vos. Con tus manos, acariciando cada centímetro de mi piel. Tus labios, saboreando mi cintura. Tus ojos, cerrados; juegas con la imaginación. Los míos, abiertos de par en par, para no perderme detalle de ti. Y es que sólo allí puedo tenerte en mis brazos. En lo profundo del inconciente. Y es allí donde quedaste atrapado, sin salida. Donde golpeas con todas tus fuerzas, con tal de liberarte. ¿Quién te dijo que podrás escapar? Pero entiendo, no debes quedarte. El Destino no lo quiere así. Sólo podemos ser partícipes de un mismo sueño.