Detrás de todo este espectáculo de palabras, tiembla indeciblemente la esperanza de que me leas,
de que no haya muerto del todo en tu memoria...

febrero 20, 2013

Tetas


La chica que trabaja conmigo, hace meses que se quiere hacer las tetas y vive hablando de ello. Trato de convencerla que es un gasto en vano, que encima peligrás tu vida, que tener pocas tetas no tiene nada de malo, que el estereotipo de belleza está equivocado, etc, etc. Dicho sea de paso, ella las tiene más grandes que las mías. ¿Qué tengo que hacer yo, entonces? Pero, me está llenando la cabeza. Te juro. Ahora me las quiero hacer. Nunca me sentí muy bien con mis pequeñas niñas, aunque siempre trato de autoconvencerme. Ningún hombre se me cagó de risa cuando me sacó el corpiño (je) pero, es verdad que tenerlas un poquito más grandes, aumentarían mi ego. Aunque es tan cómodo ser como soy. La textura, la sensibilidad, lo "mushi mushi", la alineación de los pezones... Se pierden esas cosas con la silicona. Después son dos melones completamente antinaturales, una  mira al Norte y la otra al Este. Es difícil lograr naturalidad en este tipo de operaciones. O te provoca dolores de espalda, porque querés tener más de lo que deberías. Aparte puedo andar sin brassier, y no me cuelgan hasta las rodillas, como a algunas. Y me miran a la cara cuando hablo, no al escote. Además, toda la recuperación que viene después de la operación... Mucho dolor para mi gusto. No lo vale. Y todos los riesgos que conlleva la operación en sí... De todas maneras, no tengo la plata para hacérmelas, ni por casualidad. Así que no sé como reaccionaría si tuviese ese dinero al pedo. Es cierto que siempre quise una o dos tallas más. Pero también quiero siete o diez centímetros más de piernas. Y, para tal caso, siempre quise tener ojos verdes. O una piel de porcelana, lisa y tostada. También, el pelo bien lacio... Lo que trato de decir es que nunca voy a estar del todo conforme con mi cuerpo. Nadie lo está. Claro, primero me hago las tetas, ponele, y después me saco un poco de muslo, y después me retoco los labios, me hago una liposucción para sacar esos cinco kilitos de más, y así hasta deformarme por completo como todas estas minas que vemos en la televisión o en las revistas, que tanto envidiamos y que, en realidad, ¡no hay nada para envidiar! Prefiero ser una persona intelectual, a mostrar el culo en la tele y todos me falten el respeto. No tiene sentido. Soy lo que soy. Punto. Hay que quererse un poquito más. Quererte y hacerte querer por lo que sos. Y si reflejás eso en la gente, van a dejar de fijarse si tenés buen culo o buenas tetas. Nada mejor que una buena personalidad, fuerte y segura.
Esto siento, más o menos, y por esto mismo muero.