A partir de ahora voy a ir a todos lados con una libretita y una lapicera. Así, anoto cada idea o pensamiento que se me ocurra al caminar, viajar en colectivo, en la oficina, donde sea. Porque así como aparecen, desaparecen. No retengo nada. Y realmente necesito volver a escribir como solía hacerlo. Si no lo hago, les doy permiso para romperme las rodillas. Ya que no puedo vivir de los animales o del vino como me gustaría, retomaré mi otra pasión: Escribir.