Hoy me desperté edificio. Esa noche no había dormido bien. Tenía los ojos como buhardillas. La boca era un balcón. Y me dolían un poco las escaleras. Escaleras abajo, justamente, asomado a una ventana, te descubrí a vos. Yo pensé que habías desaparecido de mi vida y, sin embargo, ahí estabas dando vueltas adentro mío. Me enojé mucho. De mis chimeneas salía un espeso humo negro. Yo había cerrado todas las puertas. ¿Cómo nadie te había visto? ¿Quién te dejó entrar? Alguien debió haberte abierto una ventana. En castigo, esa noche, mandé al corazón a la cucha del perro.
Caloi