Me despedí de vos, como
besa un amante, como abraza un amigo, como si fuera la última vez. Y si
efectivamente esa fue nuestra última noche, necesito serte completamente
honesta, porque al final me arrepiento más de lo que no hago que de lo que sí.
Estuve saliendo con
varios hombres a la vez porque lo que no encontraba en uno, lo buscaba en el otro.
Porque no hallaba en uno sólo lo que realmente quería. Y no estoy diciendo que
seas perfecto para mí, porque llevas grabado en la frente la palabra “problema”,
porque no sos constante ni puntual, y hasta sos un poco egoísta. Sin embargo,
vaya uno a saber por qué -todavía no logro descifrarlo- me gustaste tanto que
perdí el deseo por otros hombres. Porque pese a todo, sos un fueguito* loco que me enciende, en todos
los sentidos.
Además, aunque esté
rodeada de gente, siempre vuelvo a casa con el gusto amargo de la soledad. Sí,
me siento sola. Y por primera vez en mucho tiempo apareció alguien que me hacía
sentir menos sola. Porque me buscabas, me necesitabas, querías hablar y
contarme cosas, querías mi ayuda y mi opinión; y, por supuesto, yo a vos. Y
estabas, me escuchabas con mucha atención, te preocupaba. No entendía muy bien
por qué, llegué a pensar que tal vez sentías como yo esa necesidad de tener un
confidente. Alguien que te diga la verdad sin vacilar y te ayude sin pedir nada
a cambio.
Desde el primer día que
nos vimos supe que no eras conveniente. También tengo mis problemas, y no
necesitaba sumar uno más. No sé por qué, pero seguí igual. Quizás era
curiosidad, o simplemente me hacías sentir bien. Heme aquí, escribiendo (hasta
me devolviste la inspiración). Supongo que después de leer esto saldrás
corriendo, pero sabes que no puedo quedarme callada y guardarme semejante
sentimiento.
De todas formas, creo que
ya lo sabías. Mis ojos no mienten.
Y si esto es un adiós -porque
los “grises” no son lo mío- tengo que decirte que yo también te quiero (un
poquito).
Natalia.
*GALEANO, Eduardo; "El libro de los abrazos", Microrelato: "Un mar de fueguitos".