Odio los simbolismos absurdos, porque lo único que logran es lastimarnos aún más...
Me despedí hace dos semanas atrás de una persona que me abrazó y me besó, aunque con pocas fuerzas, con mucho amor, como si supiera que esa habría de ser la última vez.
Ese fue mi adiós.
Ese, el recuerdo con el que elijo quedarme.
El calor de sus brazos y de su mejilla, de sus manos apretando las mías. Porque alguien alguna vez me dijo que podés olvidarte, además de muchas cosas, de la voz y hasta de cada facción de la cara, pero que nunca te vas a olvidar de sus manos y ese apretón que connota un hasta luego.
Siempre te querré, abuela postiza.