Pero hay quien, como tú, viaja, como la Enterprise, en busca de planetas remotos, con la sonrisa en el rostro, cediendo el asiento, tarareando nuestra canción, dispuesta a ser llama cuando el telón se abra y yo te encuentre ahí. Haciendo la vida eterna en cinco minutos.
Te esperaré en la calle como entonces, hablaremos también de la obra, iremos del brazo, y Madrid, más otoño que nunca, será nuestro, como nuestro es el futuro.