Y era tan hermoso sentir cómo se erizaba mi piel
cuando me recorrías con tus húmedos labios.
Mi sudor, dulce néctar.
No importaba que con otras estuvieras,
me hacías sentir única.
Y en la humedad de mi entrepierna,
hallabas un manantial.
Decías que mis muslos eran lo más lindo que jamás has visto,
mientras yo gritaba de placer.
Tus manos, el paraíso.
Amarrada en las sábanas, la funda del sofá y en la alfombra,
nuestra esencia.
La habitación olía a amor.
Y a pasión. Desenfreno.
Desnudos,
no sólo nuestros cuerpos,
sino también nuestras almas.
Y siempre rogando, "que no amanezca, por favor".
cuando me recorrías con tus húmedos labios.
Mi sudor, dulce néctar.
No importaba que con otras estuvieras,
me hacías sentir única.
Y en la humedad de mi entrepierna,
hallabas un manantial.
Decías que mis muslos eran lo más lindo que jamás has visto,
mientras yo gritaba de placer.
Tus manos, el paraíso.
Amarrada en las sábanas, la funda del sofá y en la alfombra,
nuestra esencia.
La habitación olía a amor.
Y a pasión. Desenfreno.
Desnudos,
no sólo nuestros cuerpos,
sino también nuestras almas.
Y siempre rogando, "que no amanezca, por favor".