Miro sus ojos que un día me miraron, busco tu boca, tus manos, tus abrazos pero tú no sientes nada y te disfrazas de cordialidad.
Ni una sola palabra, ni gestos ni miradas apasionadas, ni rastro de los besos que antes me dabas hasta el amanecer. Ni una de las sonrisas por las que cada noche y todos los días sollozan estos ojos en los que ahora te ves.
No puede ser, no soy yo, me pesa tanto el corazón por no ser de hielo cuando el cielo me pide paciencia.
Ni una sola palabra, ni gestos ni miradas apasionadas, ni rastro de los besos que antes me dabas hasta el amanecer. Ni una de las sonrisas por las que cada noche y todos los días sollozan estos ojos en los que ahora te ves.
No puede ser, no soy yo, me pesa tanto el corazón por no ser de hielo cuando el cielo me pide paciencia.