"Estuve varios días pensando cómo responder a tal perjuicio de
manera respetuosa y con altura -aunque no se lo merezca- porque lo creo menester,
quizás, por el amor que alguna vez nos tuvimos. Aunque mis palabras hoy no
sirvan de nada, sentí la necesidad de expresarme y devolverle una respuesta a
su escrito.
El amor no es una enfermedad, como él dice. Sí, estar enamorados
nos nubla el juicio pero peor aún los celos, por ejemplo. Un amor enfermo es
aquel que es celoso, posesivo y desconfiado. Un amor en crisis es aquel que no siente
respeto alguno. Sin embargo, el amor no es el problema, el problema somos
nosotros mismos: Que no podemos dejar de lado las diferencias y dialogar
sanamente, que nos dejamos llevar por la ira y la bronca y actuamos de formas
impensables, que por celos ilógicos desvaloramos a la persona que tenemos al
lado hasta llegar a creerla un cesto de basura, que no podemos empezar de cero
porque el pasado nos condena y lo dejamos perseguirnos al punto de arruinar
algo que podía ser tan lindo. Todo eso, y más, fue lo que mató nuestro amor. Y
nosotros somos los únicos culpables. Tal vez le robamos tiempo a un destino que
ya estaba planeado de antemano. Quizás no estábamos destinados a estar juntos
para siempre, a que su futura hija tuviese mis ojos. Y está bien que así sea.
Lo que no está bien es defenestrarnos a posteriori por lo que hicimos mal. Él
me difamó públicamente, o al menos eso dijo que hizo. Escribió muchas cosas
malas de mí, algunas ciertas, lo admito. Otras, completamente alejadas de la
realidad. Manipuló la verdad -como siempre- para quedar bien parado. Tergiversó
los hechos de manera tal que cualquiera que lo lea realmente creería que soy
una "puta de mierda", olvidándose por completo de lo que él hizo y
que nos llevó a la ruina. Me castiga por mis errores del pasado y no se da
cuenta que gracias a ellos hoy puedo ser una mejor persona, que aprendí y no
volví a repetirlos. Pero, con el mero propósito de herirme, dice que volvió con
su otra ex gracias a mí y encima se enoja porque intenté seguir con mi vida sin
él, ¡qué paradoja! Y qué típico suyo, prohibirme hacer lo que él mismo hace... Si
estuve con otra persona no fue sino después de separarnos, traté de seguir
adelante, y el que crea que esté pecando por ser meramente humana que tire la
primer piedra. (Pero que no tire a dar).
Estuve enamorada de un hombre 12 años mayor que yo, con un poco de
miedo por la gran diferencia pero, quizás, eso también me dio la seguridad de
que no iba a ser como los demás bobos con los que normalmente salía, que sería
maduro. Por supuesto, me equivoqué, la edad no cambia nada: uno, a pesar de los
años y la experiencia, es lo que es y no cambia su esencia. Amé a un hombre que
me dejaba telefónicamente cada vez que, sin motivo alguno, se le cruzaban los
cables y se ponía celoso, y tenía que perseguirlo por todos lados para
convencerlo de que no soy una (citando textualmente) "puta que no puede
dejar las piernas cerradas"; un hombre que cada vez que discutíamos me
echaba en cara mis antiguos errores que no le competen en absoluto y me
maltrataba verbalmente; que cuando estallaba en ira rompía cosas y me tocaba
bruscamente; que me hacía problemas por cualquier cosa que no era como él quería;
que desconfiaba de mí y no respetaba ni a mi persona ni a mi estudio ni a mi
trabajo; que me decía de modo imperativo todo lo que tenía que hacer, para
luego él hacer exactamente lo opuesto a lo que me ordenaba; que me mandó fotos
de cómo prendía fuego las cartas que alguna vez con tanto amor le escribí y
videos de nuestro gato diciéndome que no iba a verlo más por “loser”; que me
acusó de estar con él por el dinero, sólo porque se compró una moto BMW y quise
viajar en ella, cuando fui yo la que se bancó al pobre músico aunque sea por
unos meses creyendo que se transformarían en años, quería que viviera de lo que
amaba sin importar lo monetario; que me prohibió ir a un bar porque es “suyo”
con tal de no volver a verme sabiendo que vivimos a unas pocas cuadras de
distancia y las probabilidades de encontrarnos son miles; que me amenazó en
varias ocasiones con publicar vídeos íntimos y arruinar mi vida, que "no
me convenía tenerlo de enemigo" obligándome a cumplir con sus caprichosas
peticiones como devolverle los regalos...
Pese a todo, en alguna parte de mi ser, quedaba amor para darle.
La esperanza es lo último que se pierde, ¿no? Por eso fui ese viernes a
almorzar con él. Por eso me quedé con él toda la noche cuando su abuelo enfermó
(aunque diga que me tuvo que rogar). Por eso fui a Chascomús ese sábado, no por
jugar, no por la moto, no porque estaba aburrida, sino porque aquel hombre también
me dio durante esos escasos diez meses muchísimo amor. Me decía que yo era la
mujer más linda del mundo y que tenía los ojos más hermosos. Que se enamoró de
mí en tan sólo una semana e imagino o quiero creer que no fue solamente por mi
físico sino por mi personalidad, aunque en su escrito mencione únicamente cosas
malas sobre mí. Que era un gran compañero, que estaba conmigo siempre. Que me
cocinaba lo que sea y que me daba lo que le pidiera, cumplía mis caprichitos y
soportaba mis incontables quejas. Que me incluía en todos los aspectos de su
vida porque planeaba casarse conmigo, tener hijos, y una vida juntos. Era un
buen hombre, al fin y al cabo. Es decir, no por nada me enamoré de él. Pero
ahora veo en él un simple cuerpo que tiene dos personalidades dentro. No puedo
creer, no puedo terminar de conciliar, el hecho de que alguien tan bueno sea a
la vez tan malo. Llegue a estar muy confundida, yo lo amaba de verdad y no
quería dejarlo, pero cada discusión -en el último mes- sumaba más motivos para
separarnos.
Y así concluyó. Todo aquello que construimos se desvaneció por
completo. “Otros cumplirán los planes que trazamos, que no terminamos,
haciéndolos suyos”. Realmente llegué a creer que lo nuestro era para siempre…
Por eso me duele tanto haberle puesto un punto final muy prematuro a nuestra historia,
creo que teníamos mucho más por dar. Detesto ser tan resentida y no haberlo
perdonado antes de que las cosas se complicaran aún más. Me pidió otra
oportunidad y no se la di… Me echo la culpa de todo esto.
A vos, mi amor, te digo gracias. Gracias, por TODOS los momentos
que pasamos juntos, inclusive los malos, porque existió un tiempo en el que
peleábamos (como siempre, porque somos dos tercos) pero sólo con la intención
de salir adelante, juntos y más unidos. Gracias, porque de no haber ido a tu casa
no hubiese encontrado a mi bebé, mi gatito hermoso que tanto voy a extrañar
como así también a Sasha, Moni y hasta a Abril. Gracias, por presentarme a una
familia y amigos maravillosos. Gracias, por dejarme ser (gran) parte del Rincón
Norma y, principalmente, de tu vida, aunque fuera sólo un breve instante y que
rápidamente olvidarás. Gracias, por amarme con todo tu corazón. Gracias, en
última instancia, por dejar en mí una huella, miles de recuerdos, que nunca voy
a olvidar y que voy a apreciar gratamente.
También, te
digo perdón. Perdón, por todos mis defectos. Perdón, por las peleas incesantes
y por hacerte perder el tiempo, quizá siempre tuviste que estar con Ailín y yo
lo postergué. Perdón, por no ser la mujer indicada para vos (me duele
intensamente). Perdón, por haberte hecho sufrir y haberte dado falsas
esperanzas en algún momento (es que yo también las tenía). Perdón, por no poder
concretar todos los planes que teníamos. Simplemente, perdón. Por todo.
Como dije al
principio, ninguna de estas palabras va a cambiar absolutamente nada. Él
seguirá pensando todo aquello malo que dijo de mí y me va a olvidar para ser
feliz con alguien más. Quería escribir simplemente para sentirme un poquito
menos mal conmigo misma, no hay peor sentimiento que el arrepentimiento, porque
todas las noches antes de dormirme me voy a acordar de todo lo que hice mal y
voy a pensar en mil maneras de cómo cambiar eso que pasó y la impotencia
invadirá mi cuerpo al saber que es imposible hacer tal cosa; y la decepción,
por parte de ambos, porque él me decepcionó al no ser quien yo creí y lo mismo
pensará él de mí: La decepción de haber dado todo por una persona amada y que
termine en la nada misma, y encima lastimándonos mutuamente de esta forma. Y la
tristeza que eso conlleva.
“Darse
cuenta”, darse cuenta que amar es doler pero ¡cómo vale la pena! No hay nada
más bello que amar y ser amado. Todos estamos en la búsqueda de aquel ser ideal
para vivir el resto de nuestras vidas compartiendo mucho amor. Todos intentamos
y fallamos y seguimos fallando, sólo hasta encontrar a la persona indicada. Y
nos enamoramos, y sufrimos luego el desamor, y así sucesivamente hasta dar en
el blanco. Lo que tuve con él fue real, lo amé (sí, gordo obesito, date cuenta
que yo te amé mucho y siempre te fui leal aunque ahora, hundido en la bronca,
no lo puedas ver) y las cosas sencillamente no se dieron como quisimos… Será el
destino, nuestras diferencias que no supimos solucionar, los errores que no
pudimos perdonar, el no entendernos, no lo sé realmente. Quizás en otra vida
podamos estar juntos (porque, pese a todo y muy dentro nuestro, así lo
queremos).
Gracias. Perdón. Y
hasta siempre.
Natalia."