Wow. ¡Cómo me maquina la cabeza!, y eso que dormí 4 horas nada más. Llegué a pensar que si siempre volvía a lo mismo era, justamente, porque ya conocía a qué me enfrentaba. No tenía "miedo", sabía las consecuencias. Sabía exactamente cada jugada: Cómo iban a atacarme y cómo iba a defenderme, y viceversa. Sabía que a veces me tocaba ganar y otras perder, pero sabía precisamente cuando y como. Conocía de memoria al jugador. Ahora se me presenta otro juego, distinto. Muy. Desconocido. Ya di el primer "gran" paso, pero me da... Miedo... Sí, miedo continuarlo. Porque no sé a qué me enfrento esta vez. No sé si voy a ganar. Ni sé si voy a perder. Tengo miedo a ser débil. A ser maleable y predecible, que el propio juego me atrape y haga de mí lo que quiera. A engaños y manipulaciones. A perder, en fin. Pero sin previo aviso, decepcionándome tanto de mí misma como del otro jugador. A sufrir, otra vez. Y sí, siempre lo mismo, blabla. Es que realmente me quita el sueño. Me preocupa. Así tengo la espalda de contracturada, haciéndome problemas por todo. PERO, así juego yo. Lo mejor sería armar las reglas juntos... Podemos llegar a un acuerdo donde ambos salgamos ganando. Y, finalmente, quitarme este miedo enfermizo que me vuelve loca, que me carcome el alma. Ser feliz con este inevitable juego llamado amor.