Podría morirme ahora mismo.
Soy feliz.
Nunca antes sentí esto.
Estoy justo donde quiero estar.
Soy feliz.
Nunca antes sentí esto.
Estoy justo donde quiero estar.
Detrás de todo este espectáculo de palabras, tiembla indeciblemente la esperanza de que me leas,
de que no haya muerto del todo en tu memoria...
Ahora que tengo esta oportunidad, a tí, mi amor, te quiero regalar esta canción, mi voz, mi vida entera. Y ahora te canto y quiero agradecer, para que nunca dejes de entender: Caminaba sola, sin mirar atrás, y ahora entre tus brazos he empezado a despertar. Yendo de tu mano he empezado a sentir que la vida me sonríe, y muero por vivir junto a tí.
La Muerte se ríe en mi cara, escupe mis zapatos y me patea el trasero. Pero nunca concreta lo que vino a hacer. Simplemente se burla, con ansias de que sea mi hora. Lástima que ésta no ha llegado, aún. Se presenta, la muy astuta, con afanes de asustar. Se alimenta del miedo eterno, vive de almas condenadas. Quiere tenerme en su colección. Sin embargo, la muy ingenua, no sabe de lo que soy capaz. ¡No tengo miedo! -Le digo a gritos una y otra vez-. Humillada, decepcionada, se desvanece, esperando el día en que volvamos a encontrarnos. Ambas sabemos que al final de cuentas, ella siempre gana. No por ello debo perder mi dignidad, ni mis ganas de vivir. Anoche marcó en mi frente, con su hoz, un número; el cual no llegué a divisar. No quedó rastro alguno, sólo un ardor insoportable que me recuerda que la Muerte está vigilándome en cada esquina. A cada uno de nosotros...