Día 1.
Ayer a la noche me caí, bah, me tiraron en la calle a la
salida de un bar. Un amigo, tratando de hacerme correr para cruzar la Avenida 9
de Julio segundos antes de que cortara el semáforo, me agarra con demasiada
fuerza -sumado a las cantidades de alcohol ingeridas por ambos- y termino
desparramada en el asfalto. Me rompí el pantalón y por poco la rodilla derecha.
Sangre y dolor, mucho dolor… Me terminó cruzando en sus brazos, pues apenas podía caminar.
Se desató el caos. Estaba eufórica, lloré, les grité a todos, pataleé, me
quería ir a mi casa a toda costa, encima en mi locura se me ocurrió llamar al SAME y me filmaron. ¡Que desastre! Después de varias escenas completamente en
negro, llego a mi casa y en seguida me limpio la herida. Me puse una crema y la
vendé, pese a que estaba totalmente ebria, aunque no había tomado tanto. Hoy,
no solo tengo la rodilla inflamada, golpeada, raspada y con una renguera
molestísima, sino que también estoy con vómitos. Todo lo que como y lo que bebo
lo vomito, todo. Ya es la octava vez que lo hago en menos de cinco horas y
espero que sea la última. Lindo fin de semana. Seguiré relatando mis días
venideros en otras entradas. Cambio.